Las avalanchas son grandes deslizamientos de tierra que ocurren en los volcanes activos y en montañas inestables. Este fenómeno se atribuye a la inestabilidad de los grandes conos volcánicos con flancos muy pendientes que están constituidos por materiales no consolidados, los cuales pueden derrumbarse fácilmente bajo el efecto de la gravedad. Este derrumbe también puede puede ser causado por el ascenso de magma en el cono volcánico, o por la sacudida producida por un fuerte sismo y/o por la pérdida de la estabilidad del edificio volcánico ocasionada por la alteración hidrotermal.
El resultado es el colapso o derrumbe parcial del edificio volcánico, dejando un anfiteatro de tamaño variable (denominado caldera de avalancha) y formando un inmenso abanico de escombros de extensión considerable.
Estas avalanchas cubren y/o arrasan con todo lo que encuentran a su paso, pudiendo convertirse aún en extensos flujos de lodo. En algunos casos, el colapso podría generar una erupción volcánica. Al producirse el derrumbe parcial del edificio se destapa el sistema magmático, desencadenándose una explosión lateral y/o vertical en la cual se forman flujos piroclásticos de alto poder destructivo.
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